jueves, 5 de septiembre de 2013

Torres y Fincas de la Huerta de Alicante (03).
La Huerta hasta el XVII

LA IMPORTANCIA DEL AGUA

Las características de la zona han dado pie a que  el principal problema haya sido históricamente el agua y su distribución. El agua procedente del Monnegre (tema ampliamente estudiado por el profesor Alberola) disponía de tres azudes (Mutxamel, San Juan y El Campello) para su posterior regulación y distribución mediante “boqueres”, por las que se distribuían especialmente de las aguas de avenida procedentes de grandes lluvias.

Sin embargo las épocas de sequía eran, y lo sigue siendo, algo habitual en este clima. Una fuente documental suele ser la Iglesia ya que cada sequía iba acompañada normalmente de las correspondientes rogativas sacando en procesión un símbolo sagrado. Se han fechado hasta 42 crisis de sequía (Sánchez y Sala), siendo las más fuertes las de 1489 (coincidirá con el milagro de la Santa Faz), 1545, 1624, 1700, trienio 1719-1722, 1825, bienio 1846-48 (se le llamó “el año del hambre” y se produjo una gran emigración a Argelia).

Frente a las sequías se producen en ocasiones grandes riadas. En 1617 hay varias inundaciones en el convento de Santa Faz que se pagarán con la “sisa” de la carne. El nivel de la Albufera permitirá la entada tierra adentro de una saetia (Bendicho). Las últimas conocidas y devastadoras son a finales del XX.

Para algunos autores el sistema de riego tiene un origen musulmán. Se basan en la toponimia y referencias medievales al “sistema de los moros” (en las Cartas de Población, tras la reconquista, se entregan tierras a los cristianos con agua para el riego según costumbre musulmana...). Sala y Pérez (“El reg a Sant Joan”) encuentra diversos topónimos de origen árabe (Benimagrell, Beniali, Maimona...)

Para otros tiene un origen romano (se basan en que los romanos tenían una visión más colegiada de la organización de la actividad y parece que ésta se mantiene en la Edad Media frente al individualismo musulmán).

Según Morales y Box en el XIII ya hay noticias sobre la captación de aguas de lluvia para el riego pues en los repartimientos ya se habla de tierras con riego de “boqueres”, y a principios del XIV, al incorporarse Alicante al reino de Valencia, ya se reconocen estos derechos sobre las aguas de avenida.

La ocupación de Alicante empieza a verse favorecida cuando en 1257 Alfonso el Sabio ofrece condiciones favorables a mercaderes foráneos (que no se les cobrase en los hornos más que a los de la ciudad) y una exención del pago de portazgos en Castilla (se benefició el tráfico comercial del puerto de Alicante frente al de Cartagena).

El 10-4-1258 Alfonso el Sabio, mediante Privilegio, concede a la ciudad de Alicante las aguas del Monnegre (entonces Cabanes) ya que en su curso bajo estaban las tierras de cultivo de esta ciudad. Sin embargo algunos autores ponen en tela de juicio la existencia de tal Privilegio e incluso la capacidad de Alfonso de donar aguas procedentes de unas tierras que, según el Tratado de Almizra, corresponden a Aragón. Lo cierto es que los reyes de Aragón posteriormente hacen referencia a dicho Privilegio y lo confirman.

Por este motivo se crea un Consejo General que establece un sistema organización de riego que distingue entre:

a) “aguas vivas”: las del propio río y arroyos que lo alimentan. Se forman una “martava” o tanda de 336 hilos de agua que cubren la zona interesada pero solamente regarán 16 hilos por día (8 de día y 8 de noche), cada uno de ellos durante hora y media. El turno de riego es cada 21 días (a cada propietario le corresponde cada “tres lunes”, o “tres martes”...)

b) aguas de lluvia: si la cantidad es considerable se distribuyen a través de otros partidores y el turno es fijo (un día al mes). Si algún propietario no la quería se ponía en venta para beneficio del mantenimiento de la red de distribución.

En las Cortes de Aragón 1328 se promulga el “privilegio alfonsino” (Alfonso II) por el que se pueden formar núcleos de población si se establecen más de 15 vecinos. Este privilegio será posteriormente reclamado por ciertos nobles para la zona de la Condomina. A él también se acogerá en 1598 D. Pedro de Franqueza, Secretario del Consejo Supremo de Aragón, al comprar  previamente en 1585 al Dr. Baltasar Vidaña (abogado y síndico) la heredad de “El Palamó” y formar en 1595 el núcleo de población de 40 casas al que le llamó Villafranqueza (curiosamente en 1587 se interesó por el tema del Pantano, que estaba paralizado por falta de medios, consiguiendo un brazal de riego hacia la heredad del Palamó). En 1780 los Burgunyo se acogieron al privilegio para formar “Vallonga de Burgunyo”.

Tras la época de la Peste Negra y su consecuente despoblación, y la guerra de los dos Pedros (que asoló la huerta) Pedro IV favorece con perdones a quienes quieran venir a repoblar la villa y su comarca (1366) o para favorecer la agricultura (1376). Esto se realiza a petición de los prohombres de la ciudad y se conceden a los moros que acudan en los próximos cinco años a la villa o su huerta la exención de varios impuestos locales con la condición de que los colonos se comprometan a residir de forma continuada durante diez años.

El aumento de zonas de cultivo va a suponer una escasez de agua de riego ya que los nuevos lotes eran de tierra, sin su correlación con el agua. De este modo se llega a un control monopolista del agua por parte de los grandes propietarios anteriores (para los cuales no iba unida tierra y agua). Los beneficios que suponían llegaron a provocar que algunos grandes propietarios prefirieran dejar sus tierras yermas y se dedicaran a la venta del agua.

En 1389 Juan I prohíbe esta práctica y la compra de agua a toda persona que no tuviera tierras en la Huerta: “que ni iglesia ni extranjero que no fuese heredado en esta huerta pudiese adquirir agua ni tener más que la que respectase a las tahullas de tierra que tuviese…”

Azud de Mutxamel (XIV) estado actual ( foto A. Uríos)
Fue restaurado tras las riadas de 1789 y 1793

Azud de Sant Joan (XVI)

A partir de mediados del XV ya hay otra visión económica y se plantean cultivos comercializables. El patriciado urbano empieza a controlar el campo al que se unen las dos iglesias como propietarias (S. Nicolás y Sta. María). Sin embargo la normativa de Juan I no se cumple normalmente y los abusos en las ventas del agua producen una reducción de dos tercios de la superficie cultivable (los pequeños propietarios no pueden regar y dejan las tierras yermas). El Cabildo de la ciudad se plantea la posibilidad de construir un pantano que regule el caudal que se hará realidad con el Pantano de Tibi (1580-94).

En 1593 S. Joan y Benimagrell constituyen la Regia Universidad (es decir, unión) y se separan de Alicante (posteriormente se unirán en 1614 y se independizarán en 1779, dependiendo su iglesia –y por tanto los diezmos de la parroquia de S. Nicolás. Esta futura independencia de S. Joan le supondrá la pérdida de parte de su término municipal, que llegaba hasta el actual complejo Vistahermosa, quedando el monasterio de Santa Faz en el término de Alicante.

A finales del XVI la construcción del pantano mejorará el rendimiento agrícola y provocará nuevas adquisiciones de tierras por parte de una serie de mercaderes y comerciantes que preferían Alicante por la seguridad de sus nuevas murallas y por la reducción de aranceles para la exportación de mercancías castellanas (en 1550 el tratado con Castilla reduce al 50% las tasas aduaneras), por la seguridad que su puerto daba a las mercaderías (especialmente con la reforma de murallas de principios del XVII). De este modo se irá formando una colonia procedente de Génova y Milán (XVI) (la familia Scorcia o Escorcia donó 500 libras para el convento de los franciscanos en el barrio de Gracia y varios de ellos aparecen como capitanes de milicias en el XVII como Talayero y Boasio) y posteriormente de franceses e ingleses (XVII) que controlarán el comercio.

La construcción del Pantano no será bien aceptada  por los antiguos propietarios del “agua vieja” y la réplica de Felipe II es clara:

“como en el regimiento de la Ciudad de Alicante concurran algunos hombres de negocios que no son heredados, y que su ganancia consiste en la esterilidad de la tierra , porque de ella nace su trato y comercio, y otros que son heredados en la huerta que hoy se riega y por sus intereses y vender mejor sus frutos habiendo poco agua podría ser que prefiriendo su comodidad particular al bien universal lo quisiesen impedir, y ara que no prevalga su opinión y codicia, será necesario…”

Tras la construcción del pantano se forma otra red de “agua nueva”, inseparable de la tierra (para evitar el problema anterior) y se distribuye mediante 336 hilos, a razón de un minuto por tahulla (se usaban relojes de arena). Se distribuía mediante “braçals” y tenia un riguroso control.

El Gobernador Alvaro Vique, en tiempos de Felipe II insiste en que el agua no se puede enajenar de la tierra (excepto en los casos de privilegios del XIII). De esta forma el agua se divide en:

a) “agua vieja”, con origen en el XIII, reglamentada por la ordenanzas de 1596 que indican que el agua es una propiedad en sí y no va unida a la tierra. Es decir: se puede vender.
b) “agua nueva”, procedente del pantano: no se puede enajenar. Se trataba de propietarios de la Huerta que habían pagado los costes del pantano.

El problema surgirá al disponer de “excedentes” los del “agua vieja” (disponen de muchas horas de riego y pocas tierras) frente a la escasez que tenía el “agua nueva”. De esta forma los primeros se convertían en árbitros de la necesidad del riego.

Este enfrentamiento continuará con motivo de la rotura de la presa (1697) atribuida o incitada por propietarios de “agua vieja” (salían beneficiados al poder vender su agua a mejor precio). Esta es la impresión general al comprobar que dichos propietarios se oponen frontalmente al Cabildo de la ciudad cuando éste propone la lógica reparación de la presa.

Entre disputas y mediciones de la rotura pasan 40 años y los pequeños propietarios se resienten económicamente y abandonan las tierras (se pondrán en cultivo nuevos secanos en S. Vicente y parece una relación directa la ampliación del antiguo núcleo de el “Raspeig” y su futuro lema “sequet però sanet”). Finalmente (1738) se repara la presa y se paga la rotura mediante una derrama de los propietarios y una subasta de 16 hilos a la que acuden, a través de albaceas, las principales fortunas de la Huerta, acumulando mayor  propiedad (agua).

LA TIERRA Y LA PROPIEDAD

La seguridad en el comercio marítimo será clave en el desarrollo de la ciudad y la huerta. En 1575 Alicante cuenta con 1000 casas (relación de Vespasiano Gonzaga) y el puerto se ve beneficiado por las mejoras de defensa de la ciudad (nuevos muros, guarnición estable, una buena playa con buenos amarres sin peligro…). Eso provoca que el comercio marítimo que hasta esa época prefería Cartagena se desplazara, en parte, a Alicante (mejor defensa contra corsarios, puerto seguro, ciudad fuerte por sus murallas y castillo…). Esas familias de comerciantes, algunas italianas (Scorcia, Bojoni…) y posteriormente francesas (especialmente a partir del XVIII) serán las que darán un nuevo impulso a la Huerta (productividad y residencias).

En las localidades cercanas a Alicante las parcelas eran de tamaño mediano o pequeño. En Orgegia y en la Condomina predominaron las grandes propiedades. A principios del XVII la Huerta de Alicante ocupaba 27.430 tahullas, perteneciendo la mitad a 587 propietarios (89% del total) de pequeñas parcelas frente a un 10’89% de propietarios que disponían del 45% del terreno (tres propietarios eran dueños del 15% del terreno de regadío, destacando la familia Bosch). Para mantener la finca/propiedad es normal la endogamia entre los principales linajes (Martinez Vera, Scorcia, Talayero, Pérez de Sarrió, Pasqual, Forner, Bojoni, Ibarra, Ruiz, Canicia…) llegando en algunos casos a pedir dispensa papal en matrimonios con vínculo familiar. En la mayoría de los casos el tamaño de las parcelas eran de 2 tahullas y permitían una apretada subsistencia, por lo que sus propietarios actuaban de jornaleros en otras propiedades.

Hay tendencia hacia el mayorazgo (la tierra es la base de la economía, por lo tanto hay que preservarla, evitar su división tras diversas herencias y asegurar su continuidad evitando su venta). El primogénito (heredero) llevaba también los apellidos, armas y títulos.

Parece ser que el mayorazgo se legaliza en las Partidas de Alfonso X (1263). Su posesión implica un gran prestigio social para su propietario. El abuso de la cantidad de mayorazgos (en Alicante hay 30 en 1802) y sus consecuencias (se suele ceder la tierra para vivir de rentas y hay dificultad para recuperar las inversiones a corto plazo) lleva a cierto estado de abandono en general y a su disolución oficial en 1820 (no quedaban prácticamente heredades de consideración para ser adquiridas).

Sin embargo posteriormente se invalida el cumplimiento y de nuevo en 1879 se insiste en que solamente con licencia real podrá  transmitirse una tierra en calidad de “mayorazgo” en cláusula testamentaria.

Ejemplos de mayorazgo en la Huerta encontramos en torres con casa del XVI-principios XVII como El Ciprés, Boasio y Reixes.

Escudo de los Talayero (Reixes)

Escudo de La Alameda

Los propietarios eran:
- comerciantes/mercaderes extranjeros afincados en Alicante atraídos por el mercado del vino. En el XVI y XVII llegan italianos (que a su vez invierten en los endeudamientos de los censales municipales: Scorcia, Bojoni) y en el XVIII y XIX los franceses.
- la pequeña nobleza y burguesía local.
- la Iglesia (San Nicolás, Santa María, varios conventos de Alicante y los Jesuitas desde 1613) son propietarios de tierras e hilos de agua que aportarán unos ingresos fijos a través de la enfiteusis o arrendamiento.

Escudo de Peñacerrada (Mutxamel)

Escudo del capitán Boasio (Villagarcía o D.Vicent) en 2004
 (en 2006 ya no se encuentra en la torre) (foto A.Campello)

Escudo de Ferranz

Cassou: escudo de los Lossat

Torre Bosch: escudo de los Marqueses del Bosch

Escudo de los Forner que integra el de los Talayero
 que aparece en la fachada de Rejas

Boter: en otras ocasiones se marca el escudo
de la Orden Militar (Cruz de Malta) a la que pertenecía honoríficamente
el propietario (pintura en la torre) (foto A.Campello)

Boter: escudo esculpido en un sillar en el dintel de la puerta

La tenencia de la tierra podía ser en enfiteusis (solían hacerse en zonas de secano para conseguir  una mayor extensión por roturación de tierras). El contrato era a lago plazo mediante el pago del canon correspondiente y siempre que las vides especialmente se mantuvieran en producción. En algunos casos eran las clases pudientes quienes obtenían una enfiteusis, la ponían en explotación y a su vez arrendaban (subarrendaban) partes del terreno o todo a corto plazo. La Compañía de Jesús disponía, por diversas donaciones, de bastantes heredades en la Condomina (es decir: riego asegurado) que cedía en enfiteusis porque procedían de derechos medievales y no podían ponerlas en arrendamiento.

El otro sistema era el del arrendamiento (en zona de huerta y contrato a corto plazo con una media de 4 años) que se firmaba con el aval de fiadores y con la condición de “cultivar a us i costum de bon llaurador”, lo cual ya implicaba todas las obligaciones propias del año agrícola.

LOS CULTIVOS

Un dicho popular afirmaba que “Alicante comía de lo que daba su Huerta”. El rey Alfonso X ya mencionaba en 1269 que el mayor bien que tenía la villa de Alicante eran los higos, las pasas y el aceite, considerando también importante la almendra y el arroz (en la zona del marjal cercano a la costa).

En el XV empieza a tomar auge la viticultura que predomina en el XVI, a costa del olivo, favorecida por las inversiones italianas. En el XVII el olivo baja la producción (mercado comarcal) en favor de la vid (desarrollada a gran escala), y se mantienen la almendra (turrón, pan de higo y exportación), higos secos, el algarrobo (la algarroba es básica en el forraje de animales y por ese motivo “no paga diezmo por no estar en costumbre en este obispado de Orihuela” según Bendicho), el esparto, la barrilla (se exportaba en gran cantidad y había varias jabonerías en el Raval Roig que con la sosa  más aceite de Mallorca obtenían el jabón, de gran éxito comercial en exportación) (la última fábrica de jabón estuvo en la Finca Picó -zona de Casa Filo actual-), el trigo (escaso y se importa de Castilla), la cebada (de buena calidad aunque escasa), agrios, frutales, la morera (para mantener la gran tradición popular de los gusanos productores de seda) (como ejemplo hay que recordar que el Plan de Antonelli para proteger la huerta y Alicante pensaba financiarse con el impuesto de la seda). A finales del XIX se realiza una plantación  de piteras en la finca Picó para uso comercial de la pita.

Algarrobo: árbol tradicional en la Huerta y libre de impuestos

Olivos enmarcando el camino de acceso a Bajoni

“Magraner” (junto a Torre Villa García)

El cañaveral surgido junto a las acequias tendrá
una gran utilidad agrícola y en techumbres de casas
(actualmente se usa en la romería de Sta. Faz)

Piteras (a principios del XIX Picó -en cuya finca de la Albufera
 hubo fábrica de jabón- llegó a plantar casi toda la zona del
Tossal de Manisses para la comercialización de la pita)

Morera junto a Mitja Llliura (La Granja)

Esparto: básico para cordajes, cestos, alpargatas…

Finca Morote: olivos

LA VID

El cultivo de la vid y producción de vino ya era famoso en la Edad Media (durante la época musulmana, debido a la religión que prohibía la ingesta de vino, la vid se destinaba a la elaboración de mosto y pasas).

En 1492 Münzer ya hablaba “del tinto Alicante, de gran mercado en Inglaterra, Escocia… y otros lugares de Europa”. Piqueras Haba (rev. Canalobre 54) lo ha constatado en múltiples alusiones y citas literarias durante el XV y el XVI.

En 1510, en Valladolid, un normativa de Fernando el Católico (“Ley de Inhibición del Vino”) impedía prácticamente introducir vinos extranjeros en Alicante , por tierra y por mar (y por tanto hacia Castilla) hasta que no se consumiera o despachara el de la Huerta (la ley será derogada en el XVIII). Cada zona intentaba fortalecer su producción mediante un sistema proteccionista (Alicante tuvo litigios con Elche al prohibir esta última que los vinos de Alicante utilizaran su puerto -Santa Pola- y la venta en la ciudad).

Hasta el XVI las tres cuartas partes de la tierra se dedicaban al olivo y todas las casas tenían almazara. En el XVI se sustituirán plantaciones de olivo por nuevas cepas para surtir al mercado europeo aprovechando la ausencia de competencia de la zona de Creta y de Peloponeso, en poder turco. Según Bendicho el motivo del cambio fue la dificultad de abastecimiento de agua. Había varios tipos de viñas, algunas específicas de Alicante (malvasía) dedicando algunas para “adobar” o reforzar vinos de otras regiones. En la ciudad el vino no pagaba el impuesto de la sisa.

En el XVIII había bajado la producción de seda, esparto y barrilla y el 70% de la superficie cultivada era de viñedos (solamente La Condomina ya producía unos 100.000 cántaros según los Libros del Manifiesto del Vino). Tenían fama los vinos de Tángel y La Condomina, siendo la principal producción la del vino “aloque” (tinto común de consumo local o base para aguardientes) y el “fondillón” (vino de postre de alto precio y muy estimado en Europa -muy apreciado por  Luis XIV-), ya que, en opinión de algún enólogo, además de la propia calidad del mismo estaba avalado por los grandes terratenientes y cosecheros de La Condomina, los cuales a su vez controlaban la Junta de Inhibición del Vino (a finales del XVII los dos mayores cosecheros son los Scorcia -futuros Conde de Soto Ameno en el  XVIII- y los Pascual).

El famoso Fondillón (“fondellol”) nace de la uva “monastrel” (traída por los almogávares en el XIII según Joan Pina en rev. Canalobre nº 54) que se mantenía hasta finales de octubre en la cepa. Se ponía a secar en gruesos cañizos sobre caballetes (la uva va perdiendo agua y aumentando el nivel de sacarosa), a los cuatro meses se pisaba con alpargatas de esparto en el lagar, pasaba el mosto a la trascoladora y posteriormente se envasaba en barriles de roble, con una duración media de 20 años. Las características climáticas y de suelos específicas de la zona favorecían la calidad del vino.

Un símbolo de hospitalidad y buen gusto era invitar a una copa de fondillón y rollitos a las personas que visitaban la casa. Esta costumbre trascendió popularmente cuando en un día de Santa Faz la Peregrina se refugió en la finca Lo de Díe debido a una tormenta. En ese momento fueron obsequiadas las autoridades con fondillón y rollitos de anís y desde entonces se mantuvo la clásica “paraeta” en dicha finca  hasta aproximadamente 1980. A partir de entonces dejó de hacerse en la finca a pesar de que el nuevo propietario seguía ofreciéndola al municipio para mantener la costumbre. Actualmente “la paraeta” se realiza en un ensanche de la carretera y se ofrece a los peregrinos moscatel/cantueso y rollitos.

Finca Lo de Die (arcadas del secadero y bajo la bodega)

Finca Morote: viñedos

La dedicación a la producción de vino condicionará que todas las viviendas tengan los espacios necesarios para todo el proceso de producción: bodega con dos o tres “cup” (cuadrados y/o redondos, trascoladora, almacenamiento de toneles…).

Choli: prensa

Prensa

Alameda: toneles

Embarque de toneles en el puerto de Alicante

El gremio de toneleros tenía gran importancia y quería mantener el control gremial. En 1681 se liberalizó la relación maestros toneleros-comerciantes pero el gremio redactó en 1711 nuevas ordenanzas de control que no tuvieron trascendencia ya que se les puso en contra el Cabildo Municipal (controlado por la nobleza propietaria de producciones vinícolas).

Después de varios conflictos el Consejo de Castilla resolvió en 1751 una rebaja de precios y liberalización contractual. Una docena de maestros, de acuerdo con los comerciantes y cosecheros, absorbieron la mitad de la producción y el resto pasó, a principios del XIX, a una fase de “proletarización” (144 entre oficiales y aprendices).

En 1803 el gremio de toneleros todavía era el que mayor número de maestros tenía en la ciudad (estaban ubicados en el Arrabal Roig).

En 1809 Lautier, viajero francés (citado por Emilio Soler) hace un cálculo de 12.000 almas en la Huerta (posiblemente incluye Sant Joan y Mutxamel) y habla de la vid (con  una exportación de 222.288 cántaros de vino al año) junto con otros cultivos como trigo, almendra, aceite, higos, algarrobo y legumbres.

Durante el XIX se produjo la llamada “primera edad de oro de la viticultura valenciana”. A partir de 1865 las vides francesas (eran la competencia) estaban afectadas por la plaga de la filoxera y esto facilitó el éxito del vino de la Huerta por los  acuerdos franco-españoles. Años después (principios del XX) se produjo un período de decadencia en la Huerta acelerado por sufrir filoxera y la recuperación de los viñedos franceses.

A principios del XX los propietarios de la finca Morote buscaron y consiguieron en Castalla cepas híbridas resistentes a la filoxera para ser posteriormente injertadas en la variedad monastrel. En la mayoría de los casos la vid fue sustituida por el almendro y olivo y gran parte de las bodegas se convirtieron en establos. Solamente algunas familias  siguieron manteniendo vides para fondillón pero sin preocupaciones de planteamientos comerciales. Algunas familias disponen de pequeñas reservas como un auténtico tesoro.

En la actualidad queda un propietario  que cultiva y elabora vino con uva “parrell”. El fondillón ha vuelto a ser recuperado por Salvador Poveda (Monóvar) en la segunda mitad del XX.

Hay que hacer especial mención a aquellos propietarios (Boter, Choli, Morote…) que están intentando recuperar utensilios, aparejos o instrumentos de la huerta y que están creando pequeños museos en sus antiguas bodegas para cubrir el vacío etnológico de un museo de la Huerta que todavía no ha sido propuesto por ningún Ayuntamiento. En estos momentos en la finca Morote se ha recuperado un excelente material de utensilios para la vid y riego (dispone de un “museo” que merece ser visitado para conocer todos los pasos para la elaboración del vino y el aceite) y trabaja en colaboración con la Universidad de Alicante.

El éxito agrícola de la Huerta de Alicante es en resumen una suma de factores geoambientales, defensivos, de inversión, de solución de problemas y de comercialización que podrían resumirse en un mapa conceptual del siguiente modo:





Antonio Campos Pardillos




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